La Mesmerhaus, en Messkirch, casa en la que creció Heidegger. |
PENSAMIENTO Y OBRA |
El ser y el tiempo |
En su obra más importante e influyente, El ser y el tiempo (1927), considerada uno de los escritos más significativos del existencialismo, Heidegger se preocupó por la que definía como cuestión filosófica (y humana) esencial: qué es ser. Esto le llevaba a formularse la pregunta de qué clase de ser (Sein) tienen los seres humanos. Éstos, decía, son arrojados a un mundo que no han creado pero que consiste en asuntos útiles en potencia, incluyendo tanto la cultura como los objetos naturales. Puesto que esos objetos y artefactos resultantes llegan a la humanidad desde el pasado o se utilizan en el presente para alcanzar metas futuras, en su interpretación propuso una relación fundamental entre el modo de ser de los objetos y de la humanidad, y de la estructura del tiempo.
El individuo está, sin embargo, siempre en peligro de ser sumergido en el mundo de los objetos, en la rutina diaria, y en el convencional y superficial comportamiento de la multitud. El sentimiento de temor (Angst) lleva al individuo a una confrontación con la muerte y el último sin sentido de la vida, pero sólo por este enfrentamiento puede adquirirse un auténtico sentido del ser y de la libertad.
Obra posterior |
Heidegger interpreta a Hegel |
En La fenomenología del espíritu de Hegel, obra subtitulada Curso del semestre de invierno, Friburgo, 1930-31 (por proceder su contenido de las lecciones impartidas por su autor en dicha universidad durante ese periodo académico), el filósofo alemán Martin Heidegger se propuso sintetizar y analizar las principales características del sistema filosófico de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, máximo representante del idealismo. |
Desde 1930, Heidegger volvió, en trabajos como Introducción a la metafísica (1953), a la particular interpretación de las concepciones occidentales del ser. Sentía que, en contraste con la reverente concepción del ser dominante en la Grecia clásica, la sociedad tecnológica contemporánea había favorecido una actitud elemental y manipuladora que había privado de sentido al ser y a la vida humana, un estado que llamaba nihilismo. La humanidad ha olvidado su verdadera vocación, que es recuperar la más profunda comprensión de la existencia lograda por los primeros griegos y perdida por filósofos posteriores.
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